Ayer paseaba por las calles,
Pensaba un poco en la vida;
Sobre los dolores que nos concedía;
Sobre los placeres que nos permitía.
La arrogancia de nuestra alma,
Por pensar que era nuestra,
La vida entregada;
Pero era de ella,
La figura encapuchada.
Nos esperaba,
Al termino de la jornada;
Aguardando paciente,
Se sentaba mientras observaba.
Se reía, la muy desgraciada;
Se reía al vernos aferrados,
Sujetos a nuestros miedos y aflicciones.
Es consciente de que el camino,
Solo tiene un único destino
Y nosotros creyendo que todo saldrá mejor,
Al final de este viaje cansino.
José Javier F. G.
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