Hubo frío y no encontré cobijo en las noches veladas,
Que constantemente cubren de sombras mi casa.
Se ha vuelto extraño mirar por la ventana;
Se vuelve extraño ver las
luces alejarse en la distancia.
Me he vuelto adicto a las palabras,
Que se van perdiendo conforme avanza el tiempo
Y me carcome la nostalgia.
Maldigo mi suerte desde mi habitación
Y me invade esta oscura
sensación.
Mi mirada ya ha perdido toda dirección;
Se han marchado las ganas de seguir latiendo de este tonto corazón.
Todos somos los únicos dueños de nuestro dolor,
Pero no somos
dueños de nuestra salvación.
Porque entregue mi alma en adoración,
Le di las fuerzas que surgían de mi interior.
Se a quedado hasta con mi ensoñación
Y se lleva también mi valor.
José Javier F. G.
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