Ya callaron los ruiseñores, cansados,
se marchan volando.
la noche llega temprano
y yo estoy igual de agobiado,
tempestad es lo que cargo.
Entonces no encuentro un descanso;
no encuentro la calma que he estado buscando.
Un aire nostálgico invade mi cuarto;
un miedo extraño me susurra despacio.
Tengo el cuerpo temblando,
de vez en cuando, me aturde mi llanto,
pero no hay lágrimas,
solo silencio y un sentimiento extraño,
algo desesperado.
Me cuestiono casi a diario: ¿Qué tal si estoy equivocado?
Tal vez no es como lo había pensado;
tal vez soy yo,
tal vez simplemente soy un bastardo.
Entonces me gustaría un descanso;
dejar mi papel asignado
y dormir un par de años.
José Javier F. G.
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