Riviera

 



No fue el fuego ni las tormentas,

Un viento ha venido a tocar a mi puerta.

Me trae palabras a medias,

Me trae un sentimiento atado a las cadenas.

Y viene con una gran turbulencia,

Desordenando lo que se atraviesa.


Otra vez me encuentro sobre la misma riviera.

El mismo idiota con la misma cadencia,

Y sentado, con el mismo cigarro en las manos,

Sin embargo, soy más sabio,

Aunque también alguien poco adiestrado,

Un simple aprendiz que va errando.


Así me confieso ante mis oyentes,

Que este hombre cayo presa de verla tan sonriente.

Así me entrego a lo doliente,

A sufrir la pena de un amor tan vehemente.

Es entregarle un corazón por un beso de amor,

Es caerme de rodillas,

Para obsequiarle cualquiera de mis días.

Que no es mentira,

No soy un hombre de palabras vacías.


Este viento ajeno se metió por debajo,

Se coló sin importarle un carajo.

Ahora estoy con mi cuerpo temblando,

Agitado, con las pulsaciones aumentando.


No fue el fuego ni las tormentas,

Fueron tus movimientos de una reina.

Cautivaron mi consciencia.


José Javier F. G.


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