Se me escurrió el sentimiento,
Igual que un rio que fluye.
Una corriente embravecida,
Arrastro mi barca de la orilla.
Su piel canela y sus ojos,
Que reflejan las luces más bellas,
Y sus largas piernas,
Que te secuestran la consciencia.
Ya me hice presa de esta droga tan perfecta,
De verla caminar por las veredas
Y me cautiva, me fascina;
Me idiotiza estar en su presencia.
Tambaleo en la cornisa
Y poco a poco se impregna su esencia
Y en las noches de luna llena,
Mi alma enferma, mi alma necesitada:
Clama por ella.
José Javier F. G.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario