Mis vicios adormecen los días,
Me fracturan y me regresan la vida.
Me fulguran cada que siento dolor en la herida;
Se han vuelto mi dulce compañía.
Mis vicios me regresaron cierta alegría;
Aunque quizá sea una mentira,
Pero da lo mismo,
Si con ello me libro del maldito frío.
Mis vicios calman las noches de penumbra,
Alejando a los fantasmas que deambulan,
Pero me acercan más a la tumba,
Son faros que a veces alumbran.
Mis vicios son una condena,
Que voy pagando lento,
Con una sonrisa y una mueca.
Se han hecho dueños hasta de mis poemas.
¡Malditos vicios!
Que me dan calma y me envenenan,
Cada vez más cerca esta la hora funesta.
José Javier F. G.
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