Los suicidas.

 


Navegamos por las sendas de lo desconocido,

Con nuestras esperanzas en el bolsillo.

Siempre perdidos;

Siempre con el corazón encendido.

A la vida nadie le encuentra el sentido,

Unos felices y otros en martirio.


    Fui el dueño de mi destino,

Pero siempre me salía del camino.

Pase por océanos embravecidos;

Por lugares llenos de brillo.

Hice poco ruido

Y a la vez, fui poco decidido.


Nuca le vi la cara a mis fantasmas,

Me escondía siempre detrás de mi cama.

Escuchaba las palabras de quienes me amaban;

Escuchaba, pero yo me volteaba.


Era mi miedo a ser una carga;

Tal vez mi miedo no era lo que pensaba,

Algunos días parecía que se esfumaba,

Que me dejaban,

Pero volvían a cobrar venganza.


Ojalá la culpa no me atosigara;

Esta culpa que me envenena el alma.

Ojalá encontremos juntos esa calma,

Todos juntos al final de esta larga jornada. 


José Javier F. G.

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