Canticos suicidas


Me ha llamado a la puerta, 

Luego sentí la desesperación por no ver ninguna ventana abierta.

Este maldito sabor amargo de recibir mi sentencia, 

Sentí el peso de pronto de mi condena,

Eran frías las cadenas. 


Te aturden las preguntas de tu consciencia;

Te llenas de un poco de esquizofrenia.

No martirizas tus penas, 

Simplemente son agujas que se entierran.

Escapas a los vicios que mengüen los pensamientos;

Que no te hagan ejecutar aquella escena. 


No soy el único en pasar por esta vereda,

De hecho, se cuentan por decenas. 

Es un tormento vivir contigo mismo,

Sabiendo que causas tu propio suplicio.


He visto en mis ojos consumirse la luz de mi vela,

El filo del cuchillo me tienta

Y para el mundo soy otro que no se esmera. 


José Javier F. G.



 

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